jueves, 31 de diciembre de 2009

LAS FUNCIONES DE LAS EMOCIONES

LA FUNCIÓN DE LAS EMOCIONES En términos psicológicos, una emoción es una reacción global del organismo frente a un estímulo externo o interno. Si se trata de un estímulo externo, podría ser un peligro físico o la experimentación de un placer, y si se trata de un estímulo interno, un deseo, un pensamiento, una creencia, etc. Cuando alguien se emociona, es su ser entero el que está afectado: su ser biológico, su ser psicológico, su comportamiento, cambia. Cuando a alguien se le anuncia una noticia triste, su respiración se altera y toma un determinado ritmo. Su expresión facial se modifica, las líneas de expresión del rostro se hacen más marcadas. Subjetivamente experimenta eso que llamamos pena, estado anímico difícil de describir pero que todos reconocemos. También sus movimientos corporales se hacen más lentos y pesados. Las emociones que a veces nos embargan pueden ser agradables o desagradables. Tanto unas como otras anuncian un cambio en el ambiente. Si nos emocionamos es que algo está ocurriendo, es que algo nos está sucediendo y afectando. Las emociones tienen una función de gran importancia: nos contactan con el mundo y nos preparan para responder a sus requerimientos. Así, por ejemplo, el miedo nos alerta frente al peligro y prepara nuestro cuerpo y nuestra psiquis para protegernos. Y la rabia nos alista frente a la agresión, poniendo en juego nuestras capacidades físicas y mentales de defensa y de ataque.
No nos será muy útil al jugar a la bolsa o al preparar una declaración de impuestos, pero, como dijo Sigmund Freud, en todos los asuntos verdaderamente fundamentales de la vida es preferible dejar la resolución a los sentimientos. ¿De qué otra manera podríamos decidir con quién casarnos, en qué persona confiar, en qué tipo de
trabajo desempeñarnos, qué hacer cuando nos encontramos de pronto ante una cuestión de vida o muerte?
Sin embargo, y sin contradecir esta afirmación, veremos al profundizar el paradigma de la Inteligencia Emocional que la clave, para muchas cuestiones no tan íntimas como decidir con quién nos casamos, es utilizar las dos mentes que tenemos: aquella que piensa (hemisferio izquierdo) y aquella que siente (hemis
LA FORMULACIÓN MÁS IMPORTANTE ACERCA DE LA FUNCIÓN DE LAS EMOCIONES
La formulación correcta de la función de las emociones la elaboró V. J. Wukmir hace más de 30 años, aunque, por desgracia, ha sido, y sigue siendo, ignorada por la psicología tradicional.
De forma sintética, Wukmir planteó:
1) el comportamiento humano está directa y exclusivamente dirigido por las emociones.
2) las emociones son un mecanismo biológico (fundamentalmente cerebral en nuestro caso) que calculan (valoran) la idoneidad de cada situación para la supervivencia del organismo (persona).
3) como todo mecanismo físico (biológico), las emociones están sujetas a múltiples interferencias, que producen un gran número de errores en el cálculo (valoración) de cada situación.
El primer punto afirma el valor supremo de las emociones, por encima de toda capacidad lógica o racional. Todo lo que hacemos, tanto si nos beneficia como si nos perjudica, lo hacemos por mandato directo de nuestras emociones. Es muy difícil que podamos actuar en contra de nuestras emociones, aunque a veces nos lo parezca.
Pensemos en el simple ejemplo de comprar una mesa. Es cierto que pensaremos en los pros y contras de cada modelo, calcularemos medidas, etc., pero al final, la mayoría de las veces nuestra decisión será emocional. ferio derecho).
Esto debería ser evidente para todos, pero nuestro orgullo pueril nos impele a proclamar la supremacía de la razón por encima de las emociones. No pasa de ser un simple eslogan. Cada día, nuestro cerebro tiene que tomar millones de decisiones y no tiene tiempo para razonamientos y cálculos lógicos. Nuestra pequeña razón es demasiado lenta y vulnerable para tomar las riendas de nuestro comportamiento. Afortunadamente, contamos con un buen sistema emocional que actúa con rapidez y diligencia, gracias a un diseño sofisticado, fruto de la evolución durante cientos de millones de años.
Además de reconocer que nuestro comportamiento está determinado por el sistema emocional, el segundo punto afirma que la función de las emociones es guiar a nuestro organismo por el sendero de la supervivencia. Dicho de otra forma, que el sistema emocional es inteligente. Las emociones nos indican cual de los caminos o alternativas favorecen más nuestra supervivencia. Y para lograr hacer esto, debe procesar una gran cantidad de información (entre muchas otras, la proveniente de nuestro pensamiento o neocórtex).
Es decir, que si sentimos alegría, por ejemplo, quiere decir que nuestro sistema emocional ha calculado (valorado) que la situación en la que nos encontramos es positiva para nuestra supervivencia. Y si lo que sentimos es temor o angustia es que nuestro sistema emocional calcula (valora) que la situación es perjudicial.
El problema de las emociones, lo que nos incomoda tanto de ellas, es que se equivocan. Este es el tercer punto. Sería muy distinta nuestra vida si las emociones siempre nos indicaran el camino correcto realmente. Esto podría ser así, si las emociones fueran nuestro "ángel de la guarda", un ser espiritual (no material) que no estuviera sujeto a interferencias ni a degradaciones. Pero las emociones surgen de la actividad física de nuestras neuronas cerebrales, que son de "carne y hueso", físicas y materiales.
Todos sabemos que cualquier aparato puede estropearse o funcionar incorrectamente debido, sobretodo, a un mal uso o a un abuso del mismo, a golpes, sobretensión, defectos de fabricación, etc. Exactamente lo mismo ocurre con el sistema emocional, que reside dentro de nuestro cerebro. Involucra el funcionamiento de miles de millones de neuronas y a miles de billones de conexiones neuronales (una barbaridad). Pero a pesar de ser un aparato realmente robusto y seguro (gracias precisamente a su enorme complejidad que le otorga mucha redundancia), no deja de ser un aparato, es decir, algo físico susceptible de ser alterado, roto, manipulado, degradado, estropeado, etc.
¿Cuantos mensajes engañosos tratan de alterar nuestras emociones? Actualmente estamos literalmente rodeados de mensajes cuyo único fin es alterar el buen funcionamiento de nuestras emociones. Aquí nos referimos a todo tipo de publicidad, por ejemplo. Es muy difícil sobrevivir, hoy en día, ante tamaño asedio practicado sistemáticamente sobre nuestro sistema emocional. La economía se beneficia pero nuestra salud no.
¿Y qué tenemos que decir de nuestras relaciones interpersonales? ¿No tratamos de engañar el sistema emocional de la pareja, hijo, jefe, cliente, vecino, amigo, policía, funcionario, etc. para que las cosas discurran según nuestros intereses? No tenemos otro remedio que tratar de que nuestro interlocutor no se enfade con nosotros, a pesar de que pudiera tener motivos para ello.
En definitiva, tenemos que tener en cuenta que la emoción (cálculo o valoración de la favorabilidad de supervivencia) puede ser errónea, debido a interferencias en nuestro sistema emocional. Es decir, puede ocurrir perfectamente que ante una situación verdaderamente peligrosa para nuestra supervivencia, sintamos alegría. Así, un joven siente alegría cuando abandona, por fin, los estudios primarios para dedicarse a lo que él siente que es verdaderamente importante: ganar dinero. Se siente bien, pero su emoción es errónea y el resultado es perjudicial para su supervivencia. ¿Qué interferencias externas han producido en su cerebro una emoción tan errónea? Este es un tema para otra ocasión.
En consecuencia, lo verdaderamente importante (para sobrevivir) de nuestras emociones, es que coincidan o se correspondan con la realidad, mientras que de otro modo, son realmente un peligro. Como decía Wukmir, "las emociones son siempre reales, pero pueden no ser verídicas" y que "lo importante (para sobrevivir) es que las emociones sean verídicas".
El mecanismo de las emociones puede comprenderse fácilmente si imaginamos que somos un barco que se gobierna mediante un piloto automático, guiado por una brújula que señala en cada momento el camino que vamos a seguir. El barco siempre obedece a la brújula (emociones), es decir, va hacia donde señala la brújula, que está especialmente diseñada para conducirnos en la difícil tarea de sobrevivir.
Es muy importante comprender que una emoción negativa es tanto o más importante que una emoción positiva, si nuestro sistema emocional no nos engaña. Ante un peligro, del tipo que sea, es imprescindible que podamos detectarlo y escapar de él y sólo contamos con las emociones. En la medida en que nuestro sistema emocional no actúe correctamente, nos conducirá irremediablemente hacia situaciones perjudiciales para nuestra supervivencia.
LOS TRES COMPONENTES DEL SISTEMA EMOCIONAL Las emociones son, en esencia impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución y que nos permiten afrontar situaciones verdaderamente difíciles; un sistema con tres componentes:

1. el perceptivo, destinado a la detección de los estímulos elicitadores (promotores de cambios fisiológicos); que incluye elementos hereditarios, como es nuestra predisposición a valorar el vacío, los lugares cerrados, los insectos o las serpientes..., como posibles situaciones peligrosas, y a veces fruto de las experiencias, como puede ser el surgimiento de una fobia o la ansiedad a los exámenes, o el placer por una buena nota.

2. el motivacional, encargado de impulsar, mantener y dirigir la conducta, gracias a su relación con el sistema hormonal: por ejemplo, el miedo nos impulsa a la evitación.

3. el conductual, que hemos de analizar en su triple manifestación, reacción fisiológica perceptible, pensamientos y conductas manifiesta. Es el elemento más influido por las experiencias de aprendizaje previo y el medio cultural. Por ejemplo: la expresión de la pena en distintas culturas o el desarrollo de estrategias de evitación de las situaciones de prueba en el ámbito escolar o las fobias escolares.

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